Imagina que eres el director de una orquesta. Pero en lugar de guiar a los músicos, te levantas de la tarima y empiezas a tocar el violín, la trompeta y hasta la batería porque “nadie lo hace como tú”. El resultado se vuelve un desastre musical.
Así es como se siente el micromanagement: en lugar de dirigir, intentas hacerlo todo. Y spoiler: así no funciona el liderazgo.
La teoría suena hermosa, pero en la práctica, soltar el control puede sentirse como dejar que alguien más maneje tu coche nuevo y además sin seguro.
Si piensas que:
¡Felicidades!
Eres un acaparador profesional de tareas. Pero no te preocupes, aquí estamos para desintoxicarnos juntos.
Delegar se trata de soltar las riendas y esperar lo mejor, sino construir un equipo que pueda llevar el barco (y hasta más rápido que tú).
Si delegas pero revisas cada detalle como un detective de la CIA, entonces no estás delegando, estás controlando. Y eso, no solo desgasta a tu equipo, sino que te convierte en el cuello de botella de la operación.
La gente crece con responsabilidad, no con vigilancia extrema. Si nunca les das espacio, nunca te sorprenderán con su talento.
Si haces todo tú, tu empresa o equipo crecerán hasta donde lleguen tus manos. Si enseñas a otros, crecerán hasta donde lleguen sus capacidades.
Así que suelta un poco el control, confía en tu gente y disfruta la sorpresa de ver cómo las cosas sí pueden salir bien sin que tengas que estar en todo.
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