Desde hace muchos años la ciencia nos advirtió que los días recientes llegarían: el día cero y los días más calurosos de la historia.
Diversas ciudades del país, y principalmente la Ciudad de México, enfrentan una incapacidad para abastecer la demanda de agua; y, sumado a eso, enfrentan temperaturas sin precedentes.
Si bien, estas situaciones son una responsabilidad colectiva que trasciende generaciones, y son el resultado de una pésima administración y uso de los recursos naturales, no podemos negar que la advertencia de los científicos nos ha servido de poco.
La respuesta de nuestros gobiernos ha sido nula y más bien contraria. De nada les ha servido el saber, lo han ignorado por completo y con ello solo han contribuido a empeorar el problema.
Por ejemplo, durante este sexenio México ha tenido una vuelta al pasado. Diversos acuerdos internacionales, como es el Acuerdo de Paris, establecieron a los países la necesidad de invertir en energías renovables y disminuir sus emisiones de carbono. Hemos hecho justamente lo contrario.
Hemos invertido al menos unos 8,000 millones en la construcción de una refinería, y no se ha escatimado en recursos para reavivar el casi extinto negocio del carbón.
Incluso se nos ha reconocido como uno de los países que más estímulos fiscales brinda a este tipo de actividades. Oponiéndonos así, al esfuerzo que realizan cientos de países en el mundo.
Otra situación que nos revela la manera errática en la que proceden nuestros gobiernos frente a las consecuencias del cambio climático, es la inversión que han realizado en infraestructura hídrica.
Diversos estudios demuestran que al menos el 40% del agua que dispone la Ciudad de México se pierde en fugas, solucionar este problema necesita una inversión de 90 mil mdp anuales, y nuestros gobiernos invierten a penas la mitad.
Estos son ejemplos contundentes de la enorme brecha que guardan nuestros gobiernos entre el saber y el actuar. Han decidido ignorar todo el conocimiento y la información disponible, poco les interesa dar un respuesta eficaz y científica, para nuestro gobierno todo queda reducido a dinero y política.
Ninguno de nosotros escapa a las consecuencias de estos problemas. Mi propia casa tiene que abastecerse con pipas de agua. Esta afectación que sufrimos debe ser el combustible para exigir a nuestros gobiernos respuestas más pertinentes y que gocen de un respaldo científica.
A estas alturas seguro ya conocen las propuestas de nuestros aspirantes a la presidencia de México. Si por alguna razón no han decidido háganse estas preguntas: ¿cuáles de nuestros candidatos reconocen el problema de escasez del agua?; ¿cuáles de nuestros candidatos proponen una reconciliación entre ciencia y política?; ¿cuál proyecto es más congruente y consistente con la urgente atención a estos problemas?
De lo que sí podemos estar seguros es que la continuidad no es la respuesta a nuestros problemas.