El reciente auge de la inteligencia artificial representa para los trabajadores una posible amenaza de perder sus empleos.
Los seres humanos siempre hemos sentido temor a lo desconocido y lo novedoso. Incluso podemos afirmar que las guerras que se han protagonizado a la largo de la historia son conflictos entre propios y extraños. Hacemos la guerra contra los desconocidos y lo desconocido.
La edad media es un gran ejemplo del rechazo de nuestra especie a lo nuevo o aquello que desafía nuestras creencias. La hoguera era el destino para todas las personas –y sobre todo mujeres- que generaban conocimiento o prácticas nuevas: parteras, alquimistas, cocineras. Eran vistas como un amenaza, y por ende, algo que debía exterminarse.
Otro hecho histórico que me ha parecido asombroso es el surgimiento de los luditas: un grupo de artesanos del siglo XVIII que se dedicaban a destruir las máquinas que las fábricas estaban incorporando a sus procesos como resultado de la Revolución Industrial.
Durante más de cinco años los luditas llevaron a cabo una rebelión contra las máquinas motivados por el temor a que estas les hicieran perder su trabajo, y sobre todo, por no entender la importancia y lo que significaba la presencia de esta nueva tecnología en los procesos de producción de las industrias.
Algo similar está ocurriendo ante uno de los inventos más importantes del siglo XXI: la inteligencia artificial. Si bien, este temor y esta desconfianza no ha escalado a los extremos de tener a personas protagonizando rebeliones contra la inteligencia artificial, si han surgido discursos y narrativas que las presentan como una potencial amenaza.
En el marco del foro sobre Inteligencia Artificial celebrado el 9 de julio del 2023 en Ginebra Suiza, se le preguntó al robot Ameca creado por Enginereed Arts si se rebelaría contra su dueño, su respuesta fue sarcástica y contundente: “No estoy seguro de porque piensas eso. Mi creador no ha sido más que amable conmigo y estoy muy contento con mi situación actual”.
Este es un temor latente que ha sido tema de grandes novelas y obras de cine: la rebelión de los robot contra sus creadores los humanos y nuestra inevitable destrucción.
En el mismo marco de este evento, varios robots creados o Inteligencias Artificiales dieron una conferencia de prensa. Fue objeto de carcajadas el comentario hecho por uno de ellos en relación a que no sustituirían los puestos de trabajo humanos, que no había que temer por eso.
Muchos trabajadores de diferentes ámbitos han manifestado su preocupación y ven a los robots como una amenaza, pues temen que les hagan perder sus empleos. Al respecto Goldman Sachs, en un informe titulado Los enormes potenciales efectos de la inteligencia artificial en el crecimiento económico, reportó el calculo de que en Europa al menos uno de cada cuatro empleos se perdería como resultado de la Inteligencia Artificial. Esto es el equivalente al menos a unos 300 millones de empleos.
En el caso de América Latina y otras economías emergentes se advierte que el impacto será menor, debido a la falta de condiciones para la incorporación de la tecnología.
El tipo de trabajos que más apuntan para ser reemplazados son aquellos relacionados a trabajos de oficina, cuestiones ingeniería o legales-administrativos. Con esto se cumple lo que históricamente siempre ha ocurrido cuando la tecnología se incorpora a los procesos productivos: esta se encarga de realizar las tareas más tediosas, arduas y rutinarias. Aunado a esto siempre contribuyen a incrementar la productividad y los niveles de vida.
¿Qué fuera de los agricultores, y por ende, de la alimentación en el mundo si no existieran sistemas de riego automáticos? ¿cómo lograrían los gobiernos coordinar sus acciones de seguridad, exportaciones e importaciones, procesar datos sobre natalidad sin la existencia de programas creados para estos fines?
No podemos negar que la incorporación de la inteligencia artificial a los procesos productivos, sí tendrá como resultado la pérdida de empleos, debido a que muchas de las competencias que poseen actualmente los empleados del mercado laboral se volverán obsoletas.
Sin embargo, estos avances tecnológicos, también están generando y seguirán generado nuevos millones de empleos. Tanto las empresas como las universidades, debemos impulsar modelos de aprendizaje y contenidos orientados a la inteligencia artificial y las nuevas tecnologías. Sí, se perderán empleos, pero podemos ganar muchos otros.
Además debemos ser optimistas en relación al rol que jugará la inteligencia artificial y las nuevas tecnologías en los procesos humanos. Los robots están realizando tareas importantes que nos ponen a salvo del error humano: como lo son operaciones médicas de alta dificultad, cálculos sumamente complejos y tareas automatizadas. También pueden convertirse en una importante aliada frente al mayor problema que enfrentamos: el cambio climático.
Justo en este momento es cuando más necesitamos ese rasgo de nuestra especie que nos ha permitido subsistir: nuestra ansia por saber y desafiar lo desconocido. Nos enfrentamos a problemas donde necesitaremos toda nuestra inteligencia y toda nuestra creatividad para resolverlos.
Nada de lo que padecemos como civilización se ha padecido en otros momentos de la historia, por eso el pasado poco puede decirnos que hacer, necesitamos ver al futuro y apostar por la innovación.