Blog Ceci Fallabrino

La masa enfurecida

Escrito por Ceci Fallabrino | 2/08/24 01:20 AM

Reseña 

Una frase célebre de Mafalda señala que participar del debate público opinando y diciendo lo que pensamos, es igual a internarse en un campo minado

No sabemos en qué momento podemos expresar algo que ofenda o irrite a alguien para que entonces la mina explote y nos arrolle una ola de ira y reclamos.

O peor aún, hablar u opinar solo es posible cuando según los interlocutores posees “autoridad o credenciales morales”, que en realidad eso consiste únicamente en actuar y pensar como ellos.

Esto además de autodestructivo, resulta humillante. Un mundo que ha sufrido y ha peleado por la libertad de expresión y de credos, hoy vuelve a una dinámica donde todos deben marchar al son de consignas que muchas personas no creen ni pueden tampoco creer.

Pero ¿cómo llegamos hasta aquí? ¿por qué nuestro entorno cultural es un campo de minas? ¿por qué parece que somos incapaces de convivir unos con otros?

Douglas Murray hace un recuento breve y conciso de que ha traído al mundo a una atomización evidente donde las personas se distinguen y proclaman orgullosos por ser parte de algún grupo que se caracteriza por su raza, su género o su orientación sexual.

Para Dogulas Murray, la necesidad de construir relatos que nos ayuden a definir un sentido de vida, sumado al declive de los grandes relatos que dieron norte a nuestras sociedades durante cientos de años (religión, política, economía), han sido el caldo de cultivo para que se adopten masivamente una serie de principios e ideologías contradictorias y destructivas.

Esas ideas se fundamentan en conceptos como justicia social, identidad, interseccionalidad, igualdad y sobre todo en principios marxistas que señalan que el mundo es el resultado de las decisiones que se toman en los espacios de poder, y no el resultado de sistema infinitamente complejo de pactos y tradiciones que han evolucionado a lo largo del tiempo.

Por tanto, el objetivo está en desmontar las estructuras de poder e instaurar otras, las cuáles nadie tiene claro, y como advierte Weinstein: los elementos que utilizan estos grupos que pretenden acabar con milenios de opresión y/o civilización se inventaron hace apenas veinte minutos. Nadie sabe si realmente funcionan.

El gran fracaso de estos principios es que han incurrido en contradicciones que amenazan la convivencia social. Por ejemplo, el racismo hoy se combate con racismo, al igual que la marginación por motivos de género se combate con la marginación por motivos de género. 

En las preguntas con las que interpela Douglas Murray está claramente evidenciado este fracaso: ¿qué merito tiene haber convertido las relaciones entre sexos en algo tan angustioso para que la mitad masculina sea vista como un agente cancerígeno? ¿o haber difundido la idea de que los hombres no tiene derecho a hablar sobre el sexo femenino?

La masa enfurecida es un libro valiente e ilustrativo de la ruta que tomado este nuevo movimiento de masas, abona a la necesidad de generar discusiones serias y de señalar las contradicciones y atropellos que existen en su seno.

Y es sobre todo, un libro que nos advierte de la nueva y más reciente amenaza para la libertad: la justicia social.